La antropología e historia oficial sobre el mundo precolombino se enfrentan con vestigios que sencillamente no encajan con la cronología o con la visión propuesta: Los menhires de la Patagonia, la meseta de El Enladrillado (la Meseta de los Dioses), Tiahuanaco o los geoglifos del altiplano andino, simplemente no corresponden al desarrollo de las culturas indígenas, pues pertenecen en realidad, al grupo aborigen, es decir, al grupo que antecedió a los indígenas.
Alrededor de 13.000 años atrás una catástrofe cósmica asoló a la Tierra, magno evento recordado como el Diluvio o la Gran Catástrofe, hito que significó la migración transcontinental de los primigenios habitantes del continente americano. Sin embargo, esta migración no fue total pues resabio de este grupo prediluvial fue presenciado por los europeos de los tiempos del Descubrimiento y la Conquista, e incluso, por numerosos testigos durante el siglo XX. Se trata de los indios blancos, los descendientes de los míticos Dioses Blancos o viracochas, los hombres-dioses portadores y difusores de las ciencias sagradas que iniciaron las civilizaciones americanas y cuyos orígenes, de acuerdo a las tradiciones prehispánicas, se remonta a la Patagonia, resto de un continente sumergido, y aún más al sur, a la Antártida, cuna de la humanidad.
Los viracochas fueron los dioses descendidos del cielo, de las estrellas, es decir, los Dioses Extraterrestres, los ancestros deificados.
Esta concepción dista de ser una nueva noción historiográfica pues las tradiciones de hindúes, asirios, germanos, araucanos y mayas, entre otras culturas, dan cuenta de ello; es de hecho, una reminiscencia y evocación de los propios mitos áureos -la primera historia- sobre aquellos hombres-dioses que descendieron del cielo y fundaron las civilizaciones de la antigüedad.
Tal como lo indican los mitos, el regreso de los Dioses ha de significar el nuevo Götterdämmerung, esto es, el Diluvio o Apachiohualiztli de la tradición mesoamericana, generado por la deidad B’olon Yokte’ K’uh y que de acuerdo al calendario maya acontecerá al finalizar el 13 Bak’tun.
Entonces, nuevamente, la historia será mito.
Los Dioses Extraterrestres y el regreso de B’olon Yokte’K’uh. Málaga, Enero de 2013. 524 páginas.
Alrededor de 13.000 años atrás una catástrofe cósmica asoló a la Tierra, magno evento recordado como el Diluvio o la Gran Catástrofe, hito que significó la migración transcontinental de los primigenios habitantes del continente americano. Sin embargo, esta migración no fue total pues resabio de este grupo prediluvial fue presenciado por los europeos de los tiempos del Descubrimiento y la Conquista, e incluso, por numerosos testigos durante el siglo XX. Se trata de los indios blancos, los descendientes de los míticos Dioses Blancos o viracochas, los hombres-dioses portadores y difusores de las ciencias sagradas que iniciaron las civilizaciones americanas y cuyos orígenes, de acuerdo a las tradiciones prehispánicas, se remonta a la Patagonia, resto de un continente sumergido, y aún más al sur, a la Antártida, cuna de la humanidad.
Los viracochas fueron los dioses descendidos del cielo, de las estrellas, es decir, los Dioses Extraterrestres, los ancestros deificados.
Esta concepción dista de ser una nueva noción historiográfica pues las tradiciones de hindúes, asirios, germanos, araucanos y mayas, entre otras culturas, dan cuenta de ello; es de hecho, una reminiscencia y evocación de los propios mitos áureos -la primera historia- sobre aquellos hombres-dioses que descendieron del cielo y fundaron las civilizaciones de la antigüedad.
Tal como lo indican los mitos, el regreso de los Dioses ha de significar el nuevo Götterdämmerung, esto es, el Diluvio o Apachiohualiztli de la tradición mesoamericana, generado por la deidad B’olon Yokte’ K’uh y que de acuerdo al calendario maya acontecerá al finalizar el 13 Bak’tun.
Entonces, nuevamente, la historia será mito.
Los Dioses Extraterrestres y el regreso de B’olon Yokte’K’uh. Málaga, Enero de 2013. 524 páginas.