domingo, 2 de septiembre de 2012

Mitos del Polo Antártico. Cosmogonía y antropogonía de la civilización prediluvial



Contraviniendo todo dogma historiográfico y antropológico, el profesor Roberto Rengifo sostuvo en las primeras décadas del siglo XX el origen polar antártico del hombre y el desarrollo de la civilización americana de sur a norte. Fundamentaba su aserto en los versos de La Araucana (1569), de Alonso de Ercilla y Zúñiga:

“Chile, fértil provincia y señalada,
en la región antártica famosa,
de remotas naciones respetada,
por fuerte, principal y poderosa”.

Esta región antártica famosa, contrario a toda presunción de la historiografía oficial, se encuentra consignada en los mapas imposibles de Francesco Rosselli (1508-1521), Piri Reis (1513), Lopo Homem (1519), Orontius Finaeus (1531), Giorgio Sideri Callapoda (1537), Gerard de Jode (1593), Matthias Quad (1600) y Phillippe Buache (1754). En su conjunto, estos mapas presentan la existencia de un gran continente austral a pesar que la Antártida fue observada de acuerdo a los anales ortodoxos por primera vez en 1799 por el navegante John Cook.

Según Rengifo, tras la Gran Catástrofe o Diluvio, es decir, “el hundimiento de las tierras que rodeaban al Polo Sur”, los sobrevivientes alcanzaron la Patagonia, región desde la cual emprenderán su marcha civilizadora por el continente. Estos sobrevivientes fueron los ancestros deificados de la población primitiva americana, los Viracochas o Lituche, los “primeros hombres”.

Fragmentos de la civilización prediluvial se preservaron en los mitos cosmogónicos, teogónicos y antropogénicos de las culturas australes, siendo acaso los selk’nam uno de los ejemplos más significativos, pues ellos perpetuaron hasta su exterminación acontecida en las primeras décadas del siglo XX, la ceremonia Háin, evocación simbólica de la última catástrofe diluvial que recreaba la pugna entre el matriarcado y el patriarcado.

El mito es Logos, la ‘Palabra Verdadera’, la ‘Narración Sagrada’, que en el caso de los pueblos australes de América del Sur, permite vislumbrar la herencia inmaterial de la civilización de la Antártida, el Continente de la Luz. Quito, Agosto de 2012. 296 páginas.

Cobrizos, blancos y negros. Aborígenes de América



¿Fueron las poblaciones indígenas las únicas que habitaron América en los tiempos precolombinos? Esta interrogante fue abordada ya desde el denominado “Descubrimiento” de 1492 por numerosos cronistas y misioneros, quienes registraron la existencia de diversos grupos étnicos en el continente. Pues tal como manifestó fray Gregorio García en El Origen de los Indios del Nuevo Mundo e Indias Occidentales (1607), América fue poblada en tiempos diferentes, por diversas naciones o tribus, llegadas unas por el Oriente y otras por el Occidente.

Sin embargo, la antropología y la historiografía ortodoxa han forjado una visión dogmática que no acepta aquello que las propias crónicas y fuentes etnohistóricas consignan, y más aún, lo que el propio arte precolombino ha plasmado en numerosas representaciones: La presencia en América, con antelación al arribo de los peninsulares del siglo XV, de diversos grupos raciales.

Testigo de estas poblaciones, Víctor Larco Herrera desarrolló el ensayo titulado Cobrizos, blancos y negros. Aborígenes de América, publicado originalmente en Santiago de Chile en 1934, donde buscó aproximarse a los orígenes de estos grupos prehispánicos y su destino. Como el propio Larco Herrera ha explicado, la mayoría de los autores afirman que el tipo racial americano se caracteriza predominantemente por el color cobrizo de la piel del hombre. Esto es indiscutible, pero no excluye la certeza de que también hubo y hay hombres originarios, de piel blanca y de piel negra. Edición, prólogo y notas de Rafael Videla Eissmann. Quito, Agosto de 2012. 140 páginas.

El Próximo Diluvio



El Próximo Diluvio, de Arthur Posnansky (1873-1946), fue publicado originalmente en 1919 en Bolivia bajo el título La Hora Futura. Es quizás un trabajo alternativo a la labor de investigación antropológica y arqueológica desarrollada por Posnansky, pues aborda una visión basada en la Cosmogonía Glacial del devenir de las culturas y del destino de los hombres, en una interesante reflexión que reúne campos como la eugenesia, la sociología y la antropología, junto a las tradiciones del Diluvio.

Conocedor del advenimiento de la Gran Catástrofe, Posnansky ha propuesto la creación de refugios para el próximo Diluvio: Sin duda las grandes altiplanicies del Tíbet, de los Andes y de México serán los refugios más seguros en los momentos más críticos del cataclismo venidero. Prólogo y notas de Rafael Videla Eissmann. Quito, Agosto de 2012. 116 páginas.

Los Enigmas del Reino Solar. De acuerdo a la Cosmogonía Glacial de Hans Hörbiger



La Cosmogonía Glacial (1913) de Hans Hörbiger y Philipp Fauth, ha planteado una nueva visión acerca del origen del sistema solar, su composición y estructura, desarrollando al mismo tiempo, una nueva visión sobre la edad geológica de la Tierra y por lo mismo, una nueva visión del hombre y la historia. En ese sentido, la Cosmogonía Glacial sustenta el eterno combate entre dos elementos opuestos y complementarios: El hielo y el fuego, como principios cósmicos, y las fuerzas de repulsión y atracción que se generan a partir de esta dinámica. Esta conflagración que rige a los espacios cósmicos y a los cuerpos celestes, rige asimismo a la Tierra.

Uno de los principales sustentadores de la Cosmogonía Glacial fue el pionero de la aeronáutica Max Valier (1895-1930), quien junto a figuras como Johannes Winkler, Herman Oberth, Willy Ley, Klaus Riedel y Wernher von Braum, fundaron en Julio de 1927 la Sociedad Alemana para los Vuelos Espaciales, la cual sentará las bases para el desarrollo de los cohetes y vuelos espaciales en la segunda mitad del siglo XX.

El presente trabajo de Max Valier, Los Enigmas del Reino Solar, publicado originalmente en Leipzig en 1924, es una obra introductoria a la Cosmogonía Glacial y cumple, de esta manera, con el objetivo de difundir sus principales postulados en torno al origen del sistema solar, su composición y estructura, la formación de los planetas y la mecánica cósmica sustentada en las dos fuerzas que dominan el espacio, esto es, las fuerzas de atracción y repulsión. La obra aborda, además, las repercusiones que esta estructura cósmica ejerce sobre la Tierra, principalmente la asimilación por parte de la Tierra de las lunas y sus catastróficas consecuencias geológicas y culturales. Prólogo y notas de Rafael Videla Eissmann. Quito, Agosto de 2012. 176 páginas.